Un billete de mil pesos mexicanos partido en mil partes iguales.
La pieza explora la capacidad simbólica de los objetos, y la posibilidad de cargar, alterar y modificar, mediante la acción, su valor. La materia que conforma al billete (objeto cuya finalidad es la de representar un valor determinado) se presenta en su totalidad dentro de la obra, pero, al haber sido cortado y separado, su valor implícito (simbólico) se pierde, separando de esta forma al objeto de lo que representa.
Partiendo de una simple modificación, y tratando de seguir las reglas intrínsecas del billete, se descompone en mil partes (unidades) iguales. Cada parte es ahora independiente (como partículas elementales de una unidad), distinta una de las otras, con cualidades pictóricas y simbólicas autónomas.
Irónicamente, al ser intervenido, el conjunto se carga de un valor distinto al original y entra en circulación dentro de otro sistema, como obra.